Noche del 24 de agosto. Para muchos la “Noche de la Nostalgia”, para otros, los más patriotas quizá, la víspera del 25, día de la Declaratoria de la Independencia.
Según dicen es la noche del año en la que más gente sale de farra en Uruguay. Lo que en el año 1978 no fue más que una fiesta aprovechando el feriado que inventó el empresario Pablo Lecueder, propietario de CX-32 Radiomundo, en la que los «viejos éxitos de la música», fueron los protagonistas, ha tomado a la fecha dimensiones inimaginablemente grandes, a tal punto que ya no alcanza con solo una noche, sino que a todo agosto se lo ha denominado “el mes de la nostalgia”.
Muchos de los que salieron de fiesta cerraron cuidadosamente cada puerta y ventana de su vivienda, si es que ésta quedaba sola. Lamentablemente, es muy probable que algunos, al regresar de la fiesta, sintan la frustración al llegar a sus hogares y darse cuenta que le faltaban algunas cosas, después, trastabillando por el efecto del alcohol, detectarán por dónde se coló el delincuente que aprovechando su ausencia se les metió en la casa y se llevó lo primero que tuvo a su alcance.
Por estos tiempos es recurrente escuchar frases como: “San José ya no es aquel lugar en el que no pasaba nada” o “se terminó eso de decir que en el pueblo se puede dejar la puerta abierta porque nos conocemos todos”.
Lamentablemente, hasta los más positivos se van convenciendo de que quienes dicen eso tienen razón. Que al parecer se pudrió todo. Nostalgia. Por más luces y música que se le ponga a la noche, la nostalgia sigue siendo un sentimiento gris, como las cenizas de cosas que ya nunca más volverán a ser iguales.
Una de esas “cosas” son los quilombos. Templos del desfogue carnal en cuyos colchones amarillentos, mordidos en los bordes y mal cubiertos por sábanas gastadas debutaron miles de maragatos. Para los más decentes…o hipócritas, antros de perdición o nido de delincuentes y negocios espurios.