Cuando el reloj marcó las 8:45 de este viernes 27 de julio, el corazón de uno de los personajes más emblemáticos de San José dejó de latir para siempre, murió Emilio Gutiérrez a quien todos conocíamos como “el Emilio” y desde hoy, en las frías calles de San José de Mayo se percibe mucho más que una ausencia.
La primera vez que lo vi durmiendo en uno de los bancos de la Plaza de los Treinta y Tres Orientales fue hace muchos años, cuando con mis compañeritos de la escuela N° 53 volvíamos de una actividad que se había desarrollado en el gimnasio del SAFA.
Atravesábamos la plaza en diagonal para salir en la esquina de las calles Artigas y Asamblea y sobre uno de los bancos largos de cemento vimos extrañados a un señor con cartones, muy mal vestido, despeinado, descalzo y con la boca torcida. La descripción se ajusta a lo percibido por el niño que fui, con el paso del tiempo supe que ese señor se llamaba Emilio, que tenía parálisis facial y que no representaba un peligro.
Como la mayoría de los maragatos me lo terminé cruzando cientos de veces a lo largo de mi vida. Para que eso sucediera solo se debía andar por las calles, ir a alguna cancha o acercarse a mirar el desfile de carnaval, el Emilio estaba en todos los lugares donde se daba alguna concentración de gente, cambiando silencios por carcajadas tras largar alguno de sus ocurrentes dichos: «No es pa’ cualquiera ser bichicome»; en un mangazo excusarse con “convidame con un cigarro, salí de apuro y los dejé en la mesa de luz”, cuando en realidad él dormía en la calle; o en una cancha escucharlo gritar “¡marcalo parao´ que es como el asado con cuero, no se puede dar vuelta”.
Hasta hace no muchos años atrás el Emilio era “el vagabundo” del pueblo, no había más, era el único.
El pasado 26 de abril corrió como reguero de pólvora el rumor de que Emilio había muerto. Los mensajes de WhatsApp iban y venían, los medios llamaban al hospital y las vecinas comentaban en los almacenes; había preocupación. Horas después se conocería lo que realmente pasó: el Emilio fue ingresado en el Hospital en la tarde por un cuadro de hipoglucemia y tras brindársele los tratamientos del caso, la intención era que permaneciera en el nosocomio por algunas horas para recuperarse, pero optó por irse por sus propios medios. Fotos y videos que circularon por redes sociales denotaban su extrema delgadez. Fue como el anuncio de una muerte anunciada.
Finalmente a las 8:45 de este viernes 27 de julio de 2018 se confirmó desde el hospital San José que el Sr. Emilio Gutiérrez había fallecido. Tenía cáncer de esófago. Se murió el Emilio y esta vez es verdad. Fue sepultado en la tarde en el cementerio de San José, donde en determinado momento y a modo de homenaje uno de sus amigos se acercó al ataúd y dejó una botella con vino, bebida preferida del occiso.
Tras conocerse la noticia han sido miles los maragatos que se han expresado en las redes sociales: “una de las personas más honestas que conocí, con un humor único que a cualquiera podía hacer reír con sus anécdotas. Admiré su filosofía de vida, la cual me enseñó que no es necesario tener las cosas que uno cree le darán felicidad. Se va a extrañar” o “Descansa en paz Emilio, las callecitas maragatas van a extrañar tus andanzas con tu carrito recorriendo boliches. Las canchas, me parece verlo recorriendo tribuna a tribuna con sus típicos dichos”.
El Emilio era como la canción “El Perro” de Alberto Cortez, “aunque fue de todos, nunca tuvo dueño”.
Atención a la barra de allá arriba; Pedalito, Satán, Pato, Facha, Paco, Heber, Galoso, Abel, Romero, Nantes, Paco, Sandro, acá les va otro, el Emilio, pero va al mangazo así que no se ilusionen con la vuelta, disfruten su compañía, por lo pronto nosotros seguimos acá, manteniéndolos vivos en mil anécdotas y recuerdos.
Mientras tanto los comentarios y referencias hacia su persona siguen incrementándose en las redes sociales por muchos maragatos que lo conocieron, pero lo que más se reitera por cientos de usuarios es que “vivió a su manera, siendo feliz sin molestar a nadie”. ¡JODIDA LECCIÓN DE VIDA NOS HA DEJADO EL EMILIO, JODIDA LECCIÓN!
*Foto: Irma Álvarez