Ramón Marrero lleva dos décadas trabajando como camarógrafo en diferentes medios de comunicación de San José, en ese tiempo ha grabado miles de entrevistas, pero nunca el entrevistado había sido él, hasta ahora.
Cuando todavía era un veinteañero, “El Negro”, como todos lo conocen en el medio, salió a laburar tal como se lo habían inculcado sus padres. Esa sería la única forma de ganarse la vida de manera digna. Él así lo hizo. Fue en esa búsqueda de oportunidades laborales que como de casualidad una filmadora se cruzó en su camino, tomó esa herramienta, la estudió, se la cargó al hombro y comenzó a filmar, “REC”, desde aquel lejano día se podría decir que nunca la abandonó, aunque en algún momento llegó a considerarlo. Gracias a ella creció profesionalmente, paró la olla de su casa y crió a sus tres hijos. Ramón resume todo en una frase: “Me encontré sin querer con esto que hoy por hoy es una pasión”. Nada mal para haberse tratado de un encuentro que a esta altura ya se puede considerar un gran golpe de suerte.
En la actualidad “Ramoncito” tiene 45 años de edad, trabaja en Canal 9 y en el diario Primera Hora. Sus compañeros no dudan en decir que su vitalidad para desempeñar la labor sigue siendo la misma de aquel joven de hace veinte años atrás, algo con lo que coinciden colegas que se desempeñan en otros medios de comunicación. Se nota de lejos que le apasiona lo que hace, una labor que le demanda estar activo de lunes a lunes, siempre alerta ante cualquier eventualidad.
“Te insume muchísimas horas de trabajo, principalmente en la calle. Arrancamos a las 8 de la mañana si no hay nada antes, trabajamos hasta el mediodía cuando nos tomamos –si se puede- una hora para almorzar con nuestras familias y después retomamos hasta las diez de la noche” cuando termina el informativo, relata.
Afortunadamente el ambiente tanto con sus compañeros como con el resto de los colegas con los que constantemente se está cruzando en conferencias de prensa, esperas en juzgados, actos o lo que sea que amerite un registro periodístico, es muy favorable. Al referirse a este aspecto dice que “el ambiente en general es buenísimo entre los comunicadores en general, somos todos colegas y amigos, yo no tengo problemas absolutamente con ninguno, no tengo problema en compartir material, el ambiente de trabajo en general es fantástico”.
- Fotos Vs. Videos
Desde hace 20 años Ramón Marrero filma para Canal 9 y desde la mitad de ese tiempo también toma fotos para el diario Primera Hora, lo que le permitió descubrir una nueva pasión: “Me encanta lo que es filmar, lo adoro, hace 20 años que lo hago, pero desde que estoy en el diario me di cuenta que prefiero dedicarme sólo a lo que es fotografía, prefiero mil veces la cámara de fotos que hacer videos”, confiesa.
“Lo mío no son las palabras, por eso trato de mostrarte en una foto todo aquello que vos puedas llegar a escribir sobre eso, sabido es que una imagen vale más que mil palabras, personalmente trato de mostrar emociones, lo que siento ahí, en el lugar donde tomo la foto, trato de transmitir en la fotografía lo que yo siento” dice el Negro.
Hoy en día cualquier persona puede acceder a un teléfono celular dotado de una cámara con la que se pueden tomar fotos y realizar videos con una excelente calidad, ante eso Ramón piensa que “más allá de la parte técnica, como iluminación o encuadre, se trata más de transmitir sentimientos en la fotografía”, por lo que considera que si eso se logra “está bien”.
A Ramón le agrada mucho retratar a la naturaleza. “Las fotografías de la naturaleza yo las combino con salir a despejarme un poco, las hago más como distracción, salgo con la cámara a perderme, sin celular ni hora”.
Reconoce que no tiene referentes en la materia porque aprende de todos y niega tener un estilo propio, pese a que varios de sus colegas así lo consideran, en tal sentido manifiesta: “No tengo un estilo propio, algunos lo ven como un estilo diferente, pero yo no lo veo muy diferentes a los demás. Trato de mejorar día a día”.
- Una herramienta de trabajo como cualquier otra
Le preguntamos a Ramón algo que mucha gente piensa, si la cámara abre puertas, sin embargo su respuesta da un giro radical a esa percepción: “Creo que no abre puertas, es más, muchas veces te las cierra”, y le quita trascendencia a su instrumento de trabajo agregando que “es igual a ver un albañil con una cuchara y un fratacho, yo lo veo como una herramienta de trabajo y nada más”.
Ante la consulta de si alguna foto le ha traído problemas, señala que sólo le pasó una vez en la cobertura de un accidente, pero acota que “ese tipo de actitudes hay que tomarlas de quien vienen. Yendo con la cámara, haciendo tu trabajo con respeto, manteniendo la distancia cuando lo amerita, no tenés por qué tener problema”.
- Dejo todo
A cualquiera de nosotros nos puede suceder estando en un trabajo que producto de la rutina y algunas situaciones indeseadas, lleguemos a evaluar la posibilidad de abandonar todo y encarar para otro lado, “Marrerito”, como también lo llaman sus compañeros, no es la excepción: “Lamentablemente sí, varias veces lo he pensado, sobre todo cuando te das cuenta que por esta actividad le restás muchísimas horas a la familia, en ese momento como que haces un parate. Lo he pensado, masticado y hablado, más allá de que cuando lo pensás fríamente seguís con esto porque realmente lo hago con gusto, me encanta hacerlo”.
Inmediatamente le preguntamos si imagina su vida sin los medios de comunicación, su respuesta no deja lugar a duda: “Realmente no, acá vivimos todo el día corriendo, no sé qué haría”, y ejemplifica: “cuando salgo de licencia tengo que buscar algo para hacer sí o sí porque sino me da un ataque al tercer día”.
- Cambios vertiginosos
Desde hace 20 años Ramón vive en carne propia los cambios que se dan en los medios de comunicación y hace la siguiente lectura: “El cambio en los medios de comunicación ha sido vertiginoso, como que pasamos de lo analógico a lo digital en un toque y de lo digital a lo masivo, todo de una. En el instante vemos noticias de todas partes del mundo”, pero indica, “la gente no se ha despegado de la televisión tradicional o del modo de lectura en papel, eso se sigue manteniendo y va a seguir más allá de que estemos digitalizados y globalizados”, y enfatiza que “el papel va a seguir porque tiene eso de abrir el diario o un libro para leerlo cuando tengamos ganas”.
Al hablar de los cambios sociales Marrero manifiesta que en San José “estamos acompañando lo que es a nivel global”, con pesar manifiesta que para él se han perdido ciertos valores, como el trabajo, la vida en familia, la honradez o el respeto por los demás. “Vamos evolucionando y en algunos aspectos involucionando como sociedad, San José no es una isla, vamos de la mano con el resto del mundo, hay cambios culturales y sociales, pero no veo mal que tengamos esos cambios”, concluye el comunicador.
- Coberturas que marcan
En dos décadas cubriendo hechos periodísticos han sido cientos los sucesos impactantes que han sido registrados por la cámara de Ramón, pero hubo uno que lo marcó por cercanía y fueron las últimas grandes inundaciones registradas en San José de Mayo que alcanzaron niveles históricos para la capital departamental afectando a miles de personas, y que se tuvo como saldo un productor rural fallecido y decenas de familias con perdidas materiales totales como consecuencia del fenómeno.
“No sólo hubo que salir a mostrar lo que estaba pasando en la ciudad con una cámara al hombro, sino que tuvimos que vivir en carne propia porque tuve el agua a 10 metros de mi casa, cosa que jamás hubiera imaginado, ayudamos a varios vecinos con el agua por el pecho a sacar las cosas de sus casas. Haciendo las imágenes de lo que le pasaba a la gente estaba mostrando lo que a uno mismo le estaba pasando, porque si bien es real que a mí no me llegó el agua, fue algo que sí les sucedió a varios vecinos del barrio”.
- El momento más difícil
Ramón tiene tres hijos: Nacho de 19, Florencia 17 y Pilar de 10 años de edad. Los dos mayores ya han dado fuertes señales de que seguirán el camino de su padre; Pilar se ha volcado más a la fotografía e Ignacio al video. “A mí como padre me encanta que sea así” dice Ramón con una sonrisa, pero no todo ha sido color de rosas.
Hace 12 años Ramón y su familia pasaron un momento duro y amargo, muy amargo, cuando precisamente a Nacho, después de un chequeo médico por un ganglio inflamado se le diagnosticó linfoma de Hodgkin, un cáncer que se origina cuando las células comienzan a crecer sin control.
“Fue un momento durísimo, era un mundo totalmente nuevo para nosotros que no se lo deseo a nadie, de medicamentos, tratamientos, hospitales…pasamos unos meses muy complicados pero gracias a Dios todo salió adelante” relata Ramón, mientras se percibe que aquella sensación angustiante, lejana en el tiempo, parece volver a recorrerle la espina dorsal, algo que se disipa al recordar el apoyo de la comunidad josefina: “la gente me ayudó de manera fantástica, recuerdo de haber pasado un mes con Nacho internado en Montevideo, y cuando llegué a San José me encontré con que los compañeros del canal estaban organizándose para poder ayudarnos, fue algo como caído del cielo porque lo precisábamos, estábamos en un mal momento, por suerte hoy es una anécdota”.
- La niñez y el barrio
“El Negro” Marrero nació el 20 de marzo de 1973, es el mayor de cuatro hermanos, a él le siguen Rosana y los mellizos Sandra y Pablo. “Como hermano mayor tenía que dar el ejemplo” siguiendo la enseñanza de los viejos, Doña Martha y Don Juan, quien falleció hace ya siete años, pero no por eso está menos presente en el día a día de Marrerito, ya que lo considera su gran referente; “ojalá yo llegue a ser la cuarta parte de lo que fue el viejo”, dice, al tiempo que lo recuerda yendo a trabajar en bicicleta para que a ellos no les faltara nada.
El Negro habla sin adornos ni palabras retorcidas, nos da su parecer con respecto a varios temas con la certeza que da el haberlos vivido de cerca. Al recordar su infancia en el barrio Capitán Manuel Artigas, donde aún vive en la esquina de las calles Las Piedras y Av. Larriera, esto no cambia:
“Tuve una niñez divina, llena de amigos, de esos que siempre nos juntábamos en la vereda, en un campito a jugar al fútbol, nos involucrábamos todos, varones y niñas andando en bicicleta, muchas veces prestada porque eran pocas las que había en el barrio. Juagábamos campeonatos de fútbol en un barrio y otro. Fue una niñez que estaría bueno volver a vivirla porque fue fantástica, otros tiempos, sentados hasta altas horas en la esquina todos juntos conversando de nada, simplemente gurises divirtiéndonos”, dice, mientras lo hace, tanto a él como a nosotros que lo escuchamos, se nos representan las escenas de aquel tiempo analógico y por un rato volvemos a ser aquellos gurises inquietos ahora sedados en cuerpos adultos.
- Los sueños
Ramón Marrero también sueña, pese a que reconoce que uno de sus grandes metas a alcanzar ya está lograda: tener una familia y hogar.
“Mi sueño era formar y tener una familia y un hogar, gracias a Ale, mi señora, lo logramos, le tengo que agradecer a ella porque es mi cable a tierra, le agradezco un montón”. Pero desde que ese sueño se cumplió, otro no menos ambicioso se instaló en el deseo del camarógrafo, y es que “sus hijos cumplan los suyos propios”.
- El colmo del camarógrafo es…
En 20 años han sido muchas las anécdotas, pero hay una que no puede faltar en las rondas de las clásicas comidas con los compañeros o colegas. Años atrás en el canal habían previsto realizar la transmisión en vivo de un partido de fútbol que se disputaría en la cancha de Universal. En aquel entonces ni miras había del avance digital que se daría poco tiempo después, por lo que realizar una transmisión de aquellas características era todo un desafío. Ramón llegó a la cancha y se encontró con Fabián Méndez, otro histórico de la televisión josefina que había arribado al escenario albiverde por sus propios medios.
- “Bueno Negro, vamos a instalar las cámaras”,- le dijo Fabián, recibiendo como respuesta de un Marrero sorprendido: “Yo no traje las cámaras, las cámaras las traías vos”, lamentablemente Fabián había entendido lo mismo, pero a la inversa.
Ambos se miraron y devino el silencio, pues se percataron que pretendían hacer la transmisión en vivo de un partido para la televisión, pero obviaron un pequeño detalle para poder hacerlo: ¡las cámaras!
En 2.308 palabras hemos intentado pintar la vida de Ramón Marrero; es muy probable que todas ellas se puedan resumir en esta foto de cierre, donde se lo ve en acción, haciendo lo que le apasiona, apuntándonos con su cámara, esa herramienta con las que tantas veces nos ha mostrado el acontecer del departamento, haciéndonos ver que aunque en apariencia parezcan lejanos, esos hechos, de alguna forma, nos involucran a todos como sociedad y nos hacen partícipes, así, igualito que cuando él editaba las imágenes de aquella inundación monstruosa que lo marcó, en la que sin habernos llegado el agua a todos, todos terminamos empapados de una realidad que, en ocasiones, duele.
*Fotos: José Gutiérrez