Resulta increíble la cantidad de páginas que existen en la web acerca de temas sobrenaturales, en su gran mayoría leyendas y supersticiones de todas partes del mundo. Entre todos estos mitos relacionados con el ciberespacio, hay uno muy especial, diferente a todos los demás. Tiene que ver con un sitio misterioso que hay en la web cuya dirección es www.blindmaiden.com, nombre que en español significa “doncella ciega”.
Aún sabiendo que quienes entren a esta misteriosa página se verán obligados a atravesar un sinfín de situaciones desagradables, miles y miles de personas tratan de hacerlo todos los días. Sin embargo, no cualquiera lo consigue, y de hecho han sido muy pocos quienes alguna vez han logrado acceder a esta “página fantasma”, como también se la conoce.
Según se explica en muchos foros de Internet, para hacerlo hay que cumplir tres requisitos fundamentales: 1) El usuario tiene que estar solo en su casa. 2) Todas las luces deben estar apagadas. 3) Hay que conectarse justo a la medianoche, ni un segundo más, ni un segundo menos. De hecho, si uno quiere conectarse en otro momento, no encontrará en esa dirección nada que tenga que ver con temas sobrenaturales, sino simples avisos publicitarios. Sin embargo, según se desprende de innumerables testimonios registrados en diferentes foros de Internet, quienes consigan acceder a esta página, abrirán un portal hacia un universo aterrador. Seguramente muchos de ustedes pensaron en la posibilidad de entrar al sitio web.Por esto mismo, conviene que lean uno de los testimonios más impactantes sobre esta leyenda, y que tiene como protagonista a un chico llamado Joaquín.
El caso de Joaquín
Joaquín tenía dieciséis años cuando todo sucedió. Siempre había sido un internauta fanático, así que sabía de los rumores que circulaban sobre la página fantasma. Y lo que no sabía, se lo preguntaba a su hermano, que fue el que le contó sobre la existencia del mito de blindmaiden.com y que incluso había tratado de conectarse sin éxito en varias oportunidades.
Una noche que se quedó solo en su casa decidió intentar entrar al sitio web. Cuando faltaban 10 minutos para la medianoche, apagó absolutamente todas las luces, se dirigió a su cuarto y se sentó frente a la computadora. Escribió la dirección “http://www.blindmaiden.com”, y desplegó sobre la pantalla del monitor el reloj de su PC, que marca con agujas el paso de las horas, los minutos y los segundos con el fin de asegurarse de ser rigurosamente puntual en su intento de conectarse justo a las 00:00 horas. Así, se puso a esperar a que fuera la hora indicada. Entonces su corazón comenzó a latir como loco. Mientras el dedo índice de su mano derecha temblaba suspendido sobre el botón “Enter” del teclado, sus ojos estaban clavados en el reloj. A medida que transcurrían uno tras otro los segundos que faltaban para que llegara la medianoche, él repetía para sus adentros la cuenta regresiva: … 10,… 9,… 8,… Un frío sudor corría por su frente, porque el momento se acercaba: 3,… 2,… 1,… Y cuando el reloj por fin marcó la hora señalada, exactamente las 00:00, Joaquín, con una precisión de cirujano, golpeó la tecla. Fue así como esa noche ingresó a la página fantasma de la Doncella Ciega. Aunque aún no acababa de salir de su asombro, observó que sobre la pantalla del monitor aparecía un fondo de color oscuro, con símbolos de muerte, y sobre él destacaba, escrito con letras rojas y un diseño sangriento, el nombre de la página: “Blindmaiden”. Pocos segundos después, apareció una pequeña ventana de Internet Explorer con una pregunta: “¿Quieres participar voluntariamente de la experiencia?”. Debajo de esta pregunta, se encontraba el botón “Aceptar”. Como Joaquín conocía bien el mito, sabía que le bastaba con hacer “click” para que el sitio le diera acceso a un universo aterrador. Por un instante dudó en hacerlo, pero ya había llegado hasta allí y se moría de curiosidad. Así que asustado, clickeó “Aceptar” y vio cómo la página soltaba una tras otra una serie de fotografías escalofriantes. Eran imágenes macabras, de situaciones y escenas aterradoras, que lo llenaban de pánico y de terror. Todo aludía a la muerte: cadáveres, rostros ensangrentados, mutilaciones, cuerpos deformes y asesinatos. Se puso muy nervioso porque nunca imaginó que las escenas que contenía el sitio fuesen tan fuertes.
En determinado momento, la imagen cambió de manera inesperada mostrando un living, común y corriente, como el que hay en cualquier casa de familia. Nada extraño parecía haber en él, y sin embargo a Joaquín esta imagen lo perturbaba. Es que el living le resultaba extrañamente familiar, como si ya lo hubiera visto antes en otra parte. Hasta que finalmente lo reconoció. Ese living que la página fantasma le mostraba… ¡era el living de su propia casa! El chico contempló esa imagen con la boca abierta durante unos instantes cuando de golpe ocurrió algo todavía más raro. Sobre la pantalla se seguía viendo el living de su casa, pero además había allí una silueta que lentamente comenzaba a desplazarse a través de esa parte del apartamento. Entonces se dio cuenta de que aquello no era una fotografía, como pensaba, sino un video reproducido en tiempo real con una cámara infrarroja. Pero lo más tenebroso de todo fue percatarse de que la silueta era aterradora. Se trataba de una mujer joven de cabellera suelta e iba semidesnuda, mostrando marcas y heridas en la espalda. Y que se movía de forma intermitente, como si padeciera alguna deformidad.
En eso, la imagen en el monitor de la computadora volvió a cambiar. Ya no se veía un living, sino un pasillo. Y Joaquín se dio cuenta enseguida que también se trataba del pasillo de su casa. El miedo que sintió en ese momento en realidad no fue nada comparado con el que experimentó al contemplar que en esa imagen aparecía también, caminando con paso inquietante por el pasillo a oscuras, la tenebrosa mujer avanzando ya en dirección a los cuartos. De pronto la imagen de la computadora cambió por tercera vez. La cámara ya no mostraba el living de su casa, ni el pasillo, sino su propia habitación. Por loco que pareciera, Joaquín estaba viendo en la computadora su propio cuarto y hasta podría verse a sí mismo, sentado de espaldas frente al monitor.
Con violencia, se dio vuelta en la silla y empezó a mirar para todos lados, en las paredes, en el techo, en los muebles… Tal vez su hermano había escondido una cámara para hacerle una broma… Sin embargo, no descubrió nada. No habría pasado un minuto cuando vio en el monitor, que una sombra pasaba por detrás suyo. Entonces Joaquín se dio vuelta de golpe, pero la habitación estaba vacía. Volvió a mirar el monitor, y allí quedó paralizado al ver que detrás de sí, se hallaba de pie una presencia imposible. Allí, a escasos metros y avanzando a través del cuarto en dirección hacia él, estaba esa misteriosa aparecida. Tanto se acercó que al final aquella mujer se quedó parada justo al lado de la computadora, hecho lo cual inclinó su cuerpo hacia adelante y acercó su boca al oído de Joaquín, como si quisiera decirle un secreto. Joaquín sintió un aliento frío en el cuello, que le provocó un escalofriante cosquilleo. Muerto del susto, giró hacia el costado y no había nadie. Pero al volver su cabeza al monitor, vio que la imagen ya no mostraba una toma de su cuarto, sino un rostro acaparando toda la pantalla. ¡Era el rostro de la Doncella Ciega! A primera vista, parecía una mujer muy hermosa, aunque tenía la cabeza gacha y el mentón pegado al pecho. Pero esa impresión cambió cuando la mujer lentamente comenzó a incorporarse y Joaquín se dio cuenta de que no tenía ojos. Los párpados entreabiertos mostraban dos cavidades y desde esas cuencas vacías corrían por las mejillas lágrimas de sangre negra. Fue tal el estremecimiento que le provocó, que estuvo a punto de desmayarse. Como pudo, salió del cuarto y corrió por el pasillo en dirección a la puerta de la calle. En el camino, chocó con alguien que estaba parado allí, pero en plena oscuridad, no tenía forma de saber quién era. Entonces, la luz del pasillo se prendió y Joaquín pudo por fin respirar aliviado. Se trataba de su propio hermano, que acababa de regresar a la casa. Al ver a Joaquín en semejante estado de nervios, su hermano le preguntó qué estaba sucediendo, y él le contó esta espeluznante experiencia. El relato sorprendió tanto al hermano, que para estar seguros se dirigieron juntos hasta el cuarto, con el propósito de asegurarse que todo estuviera bien. Pero allí no había nada anormal. La Doncella Ciega ya no estaba, y lo que se apreciaba en el monitor era la misma página de publicidad que se ve todos los días cuando uno entra a esa dirección de web a cualquier otra hora que no sea exactamente la medianoche.
Joaquín, asegura que desde entonces su vida ya no es la misma. De todos modos, también es consciente de que tuvo mucha suerte, ya que, según la leyenda, quienes se arriesgan a aceptar la invitación de la página fantasma corren el peligro de quedar congelados para siempre como una de esas imágenes aterradoras que se ven en la pantalla. Por eso es importante saber que esta popular leyenda urbana, más que un simple relato, es una seria advertencia pronunciada por las voces anónimas.