Un infarto fue la causa de su deceso.
De solo leer su nombre a muchos le sonará en la memoria el timbre que indicaba el inicio de “la clase de gimnasia”. Una especie de recreo extra en el horario escolar que generaba una estampida de gurises corriendo en ropa deportiva al patio donde estaba su figura inmensa, esperando sentado sobre una pelota con el silbato colgado del cuello y en su mano el cronómetro.
Durante muchos años el popular Oso impartió clases de educación física en las escuelas 52, 55 y 53 de San José de Mayo, entre otras, y antes de jubilarse en el gimnasio de la Plaza de Deportes. Su especialidad era el handball, disciplina en la que formó a varios deportistas locales. También entrenó al recordado y laureado maratonista Cristian Rosales.
En cuanto a sus logros personales Omar -quien era nieto del popular músico Juan Antonio “Chiche” Tagliabúe– fue campeón panamericano de lanzamiento de disco.
Vivía en calle Bengoa esquina Lavalleja de San José de Mayo.
Tras conocerse la noticia de su fallecimiento fueron muchas las muestras de cariño que aparecieron en redes sociales. Una de las publicaciones fue de su primo José Aníbal Cordero, que escribió: “Se fue Omar, en esta foto (de portada) rodeado de sus nietos queridos, pero cuantas veces lo vi en alguna escuela rodeado de pequeños que lo adoraban porque les daba clases de gimnasia con mucho cariño, que era lo que amaba”.
Graficó ese sentimiento recordando “que en momentos de una olimpiada, que de su salario compró video grabadora y cassettes y pasaba madrugadas grabando distintas disciplinas para luego mostrarlas a sus pequeños alumnos. Se fue y lo vamos a extrañar y te recordaremos grande fuerte lleno de vida”.
“Se fue una buena persona”, “gran vecino y gran persona lo vamos a extrañar en el barrio sentado en la esquina con el termo y el mate” y “gran persona y uno de los mejores profesores de gimnasia y de handball que hubo. Grande OSO”, fueron algunos de los comentarios que recogió la publicación.
La hora con el Oso pasaba rápido, como todo lo bueno. Desde su nacimiento transcurrieron 62 años hasta que un infarto, el pasado martes, fue el silbatazo que marcó el final de su clase magistral: la vida misma.
Y así salió, como siempre, con su equipo deportivo, caminando manso con la pelota abajo del brazo, el cronómetro en cero, perdiéndose de vista en la eternidad. / C.R.