Cuidaba con mucho cariño a las ovejas que además eran parte fundamental de su sustento.
Marta Freitas, una pequeña productora del rubro ovino, perdió su majada de apenas 20 animales por el ataque de perros.
Tiene 78 años, vive en el pueblito Tres Islas, en la 7a seccional de Cerro Largo (cerca de la ruta 7 y de la localidad Fraile Muerto), es viuda de un trabajador rural, crió varios hijos y ahora cuenta con una pensión que seguramente no le da ni para pagar su alimentación, comentó a El Observador Pedro Scremini.
Scremini es veterinario, productor ovejero y asesor de otros productores y se ha ocupado, en los últimos años, de denunciar perjuicios que los ovinocultores afrontan con base en el ataque de perros a las majadas.
Contó que Marta tenía unas 20 ovejas en un campo pegado a su casa, en un predio de un vecino -«buena gente como por suerte queda»- que le permitía criarlas allí y así ayudarla para que ella tuviese un ingreso extra muy importante para su hogar.
«Según me dicen, (Marta) cuidaba con mucho cariño a las ovejas que además eran parte fundamental de su sustento«, expresó.
«Al pensar en este hecho no puedo menos que acordarme de una alta jerarca del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), con responsabilidad sobre el Instituto Nacional de Bienestar Animal (INBA), que más de una vez manifestó que ella sabía bien lo que eran los ataques de perros a majadas por que a ella le pasó una vez; me pregunto, ¿es comparable la situación de ella con la de tantas personas como Marta que se ven afectadas por los ataques de perros? ¡Claramente no! Es más, es una falta de delicadeza por no decir de respeto hacia personas como Marta que les va la vida o por lo menos su sustento en un hecho como este que se se compare con esta situación», reflexionó.
Scremini consideró, además, que «no deja de ser una excusa para no tomar medidas con los perros sueltos alegando que conoce el tema, o no lo conoce o es insensible a esta problemática tal vez pequeña para los que gobiernan pero enorme para gente como Marta».
«Gobernar al grito de minorías cuando hay gente anónima qué pasa mal es reprobable y lamentable», concluyó Scremini.
Recientemente, con datos actualizados por el INBA, se supo que la campaña de registro, uno de los métodos que se han promovido para solucionar el problema de la superpoblación canina en Uruguay, alcanzó a casi 130 mil ejemplares en tres años de gestión. / Fuente: El Observador